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lunes, 27 de diciembre de 2010

Vacaciones: el mejor tiempo para que su hijo trabaje


Comenzaba diciembre y José Pablo (14) y Catalina (13) se preparaban para pasar más de dos meses haciendo lo que la mayoría de los adolescentes de su edad hace durante las vacaciones, es decir, nada. Pero Pablo, su papá, tenía una idea completamente diferente: en esa misma fecha, cuando salían del colegio, los reunió y les dijo que consideraba que ya estaban en edad de trabajar... Un balde de agua fría para los jóvenes. "A esta edad, si no los pones a trabajar, se vuelven absolutamente sedentarios: se acuestan a las 2 de la mañana, se levantan a las 12 del día, ven la tele, juegan Wii y todo lo que hacen es chatear con los amigos. Si no les sacudes las neuronas, se vuelven zombies", dice Pablo. 
En Chile, según datos del estudio Actividad Laboral Juvenil en Verano, del CEOC de la Universidad de Talca, un 12,8% de los jóvenes chilenos de entre 15 y 24 años gana el dinero a partir de trabajos esporádicos como, por ejemplo, en supermercados, tiendas, locales de comida rápida. En el otro extremo, la mayoría, un 59,3%, sigue costeando todos sus gastos con lo que le dan sus padres.
Pero según este mismo análisis, la tendencia de los trabajadores de verano va al alza, ya que son muchos los jóvenes que piensan en obtener un trabajo por la temporada que les permita financiar diferentes gastos de entretención o vacaciones. Y estos jóvenes no sólo ganan dinero, sino también experiencia laboral.
Eso le pasó al hijo mayor de Pablo. No estaba precisamente feliz con la idea de trabajar, pero cuando supo que su papá le pagaría por  ayudarlo durante enero, la cosa mejoró. Aunque no todo pasa por el dinero. A pesar de que José Pablo lleva sólo una semana cumpliendo horarios y obligaciones (Catalina empieza después del año nuevo), su papá ya puede ver los cambios: "El primer día se fue al McDonald's a comer, pero cuando se dio cuenta de que no le convenía almorzar todos los días ahí, comenzó a llevarse un sandwich y una botella de jugo, que se prepara él mismo en las mañanas. Creo que eso es importante, porque ésta es una forma de incentivar la responsabilidad, de mostrarles que en el mundo no todo es bueno o bonito. Los empujas un poco a la vida real". Quizás por eso los papás de los amigos de sus hijos, entusiasmados con la idea, le pidieron que si tenía más cupos, llamara al resto de los jóvenes del grupo. 
Marcia Sasso, sicóloga y académica de la UAI, considera que un trabajo de verano puede ser una muy buena experiencia, sobre todo "si es el propio joven el que desea trabajar, ya que el interés o la motivación van a hacer de esa experiencia algo positivo, que enriquezca su personalidad, favoreciendo muchos aspectos del desarrollo, como la autonomía, la autodisciplina, la perseverancia, el esfuerzo y el sentido de autoeficacia. Además, obtener una remuneración permite que vaya interiorizando el verdadero valor del dinero". 
Sin embargo, hay que poner límites. La misma especialista sostiene que los beneficios del trabajo durante el verano dependen de la edad de los jóvenes y de su motivación. Por ejemplo, dice que lo ideal sería que un joven comenzara a trabajar después de los 16, porque es la edad en la que "ya ha consolidado el pensamiento adulto, que le va a permitir una mejor toma de decisiones, considerar posibles escenarios y distintas alternativas frente a una situación puntual, analizar en base a un criterio de realidad y responsabilizarse de sus actos".
La sicóloga y consultora de la Unicef, Soledad Larraín, le quita un año a esta cifra. Ella plantea que a partir de los 15 años un adolescente tiene el desarrollo moral suficiente como para entender la relevancia de las experiencias y sacar partido de ellas. Eso sí, antes de esa edad, jamás. Larraín es enfática en este punto, porque antes los niños no tienen claro cómo poner límites, y pueden llegar a tener muy malas experiencias y ser presionados por otros a hacer lo que no quieren. 
A la hora de fijar las condiciones, Sasso cree que los padres deberían seguir dos ideas fundamentales: que las normas del trabajo que los jóvenes elijan o que se les impongan no sea considerado como una vía de escape a la familia, y que  no trabajen durante todo el verano. 
Un mes es el plazo máximo que Soledad Larraín le pone al trabajo temporal, porque considera como muy importante que los niños, al salir del colegio, puedan descansar lo suficiente antes de reincorporarse a su rutina habitual en marzo. Lo más importante, dicen ambas, es que los padres conozcan el lugar de trabajo y sepan si las condiciones son las adecuadas para esta edad, o sea, que no se trate de un lugar peligroso, con grandes cantidades de ruido o que contenga elementos que, de alguna forma, puedan atentar contra la salud de los jóvenes.
Adolescentes: los nuevos trabajólicos
Al parecer, los jóvenes tienen cada vez más ganas de ocupar su tiempo en algo diferente a las actividades del colegio. 
En otros países, donde la independencia es valorada desde más temprana edad, ya se comienza a hablar de los nuevos trabajólicos. 
Según un estudio canadiense de 2005, a la hora de hablar de su carga de trabajo, un 16% de los adolescentes encuestados asegura sentirse un trabajólico, un 39% estar bajo constante presión por meterse en más cosas de las que puede manejar y casi un 64% declara que estaría dispuesto a dormir menos para poder hacer todas las cosas que quiere hacer.


Fuente: Diario la Tercera on line, por Jennifer Abate - 26/12/2010 - 09:10

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